Thursday, 16 de September de 2010
Hace exactamente 21 años, el 16 de septiembre de 1987, en Montreal (Canadá), representantes de los gobiernos de todo el mundo se reunieron con el propósito de poner freno a un alarmante fenómeno que se desarrollaba entre 15 y 40 kilómetros por encima de sus cabezas.
Los científicos de la época habían determinado con bastante precisión que un agujero en la capa de ozono, que nos protege de los rayos ultravioleta del sol, crecía día a día por causa de las emisiones de algunos componentes químicos creados por el hombre para uso industrial. El deterioro en la capa de ozono podría significar un aumento de los casos de cáncer de piel, de cataratas en los ojos, además de la afectación de cultivos sensibles a estos rayos, sin contar efectos impredecibles y la desaparición de millares de especies. Se trataba de una de las mayores amenazas ambientales sobre el planeta. De aquella reunión surgió el Protocolo de Montreal, que han suscrito desde entonces 191 naciones, y en el que se pactaron metas para reducir la producción de gases clorofluorcarbonados, utilizados en la industria de la refrigeración, cuya presencia en la atmósfera es considerada la principal causa del adelgazamiento en la capa de ozono.